Derecho del Turismo en las Américas
758 DERECHO DEL TURISMO EN LAS AMÉRICAS dejada por el dibujante turco en el fragmento occidental del mapa. Durante la traducción del texto, el orientalista y pastor luterano doctor Paul Kahle descubrió que este mapa se construyó con la ayuda de otros mapas de tiempos antiguos. Piri Reis dejó 24 anotaciones en idioma turco, entre estas, referencias a fuentes anti‑ guas que hoy están perdidas. El mapa de Finé proporciona la más impresionante representación de la Antártica, 250 años antes de su redescubrimiento, mostrando el continente con inesperada perfección. Un comité de investigación, liderado por el profesor de historia Charles Hapgood, descubrió que la línea de costa de la Antártica fue dibujada libre de hielos, un tiempo antes que fuera cubierta de hielo en el sexto milenio a.C., después de un corto período interglaciar cálido. El informe certifica que no era aceptable cotejar sus hallazgos con el conocimiento cartográfico disponible en el siglo XVI. Podemos asumir que el artista que fabricó el Globo de Mármol de Gotha habría recogido muchos elementos desde los mis‑ teriosos mapas detallados más arriba. En particular de aquellas regiones, sobre las cuales no podían obtener ninguna nueva información. Sin embargo, el globo muestra un número de disimilitudes. Posteriormente, y de manera particular, las informaciones recabadas se per‑ dían en el tiempo o entre navegantes y, en sus travesías, la información iba cambiando y se iba enredando en otros episodios que, finalmente, contribuían a denotar muchas confusiones y dudas al respecto. Pero el entusiasmo nunca se perdió y, así, fue como con la idea original de esta gran porción de tierra, en el meridión del planeta, que incluso se asemejaba de su grandeza, llegando hasta el mismo ecuador, por alguna parte del Atlántico, que el almirantazgo británico envía a uno de los grandes navegantes de la época – y que ya venia haciendo grandes incursiones marítimas – al descanso y proporcional apoyo de la misma corona. Al Capitán James Cook (1772) le envían a descubrir esta tierra lejana, a conquistarla en lo posible, fundamentalmente con la misión de establecer de su existencia y así modificar o alterar la cartografía existente hasta el momento. Finalmente, logra hacer una circunnavegación por latitudes meridionales, pero no encuentra indicios de un continente gigante, excepto la escasa y repen‑ tina aparición de “Islas de Hielo” – grandes trozos de hielo que navegaban, alocadamente, por los mares fríos del Austro – (los icebergs ), no le atribuyendo más que eso. La imposibilidad se la da estas mismas características atribuibles a un mar congelado, lo que le impide ver tierras o montaña alguna que le indiquen la presencia de corteza terrestre. Coincidentemente, con manifestaciones propias de bajas presiones, poca visibilidad para el horizonte, le hacen pensar que tal continente no existe, y en sus propias palabras indica: “(…) si existiese tal masa
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